Ergo iocus

De percepciones personales de una realidad multiforme

28.2.05

EL SITIO SARCASTICO Xymphora (20 febrero 05) fustiga el "imperio de la comunicación" de EU: "el imperio estadunidense es el primero que no se basa en el poder militar -EU pierde todas las guerras que libra- o en una fortaleza económica -su tambaleante economía es enteramente dependiente de la continua buena voluntad de sus acreedores-, sino en la publicidad de los medios masivos de comunicación, de su identidad como un imperio. Puesto que es solamente un imperio porque la gente cree que lo es, su caída del poder será súbita cuando el mundo se dé cuenta que el imperio estadunidense es verdaderamente un cúmulo de detritus".

27.2.05

De cuentos...

Hace ya algunos años, en el año 1998, para ser precisos, escribí este cuento para un certámen que tomó lugar dentro de la llamada Semana de Ingeniería, de la Facultad de Ingeniería de la UNAM. El cuento ganó el primer lugar, y como premio se me obsequió una calculadora que aún conservo. Valió un premio y mi primera publicación literaria (digo la primera, por que aún no abandono la idea que tal vez a alguien le ineterese lo que tengo que decir y me de voz escrita): “Las alas rotas”, Facultad de Ingeniería, Órgano Informativo Quincenal, FI-UNAM, No. 85, 16 de agosto de 1998, p. 17.

Han pasado desde entonces más de seis años, una vida de acontecimientos y varias revoluciones personales. Aquello acontecía antes de la Chascona, la Huelga, la titulación, la maestría, Alemania, bombardeo de Yugoslavia, la invasión de Afganistán, de Iraq, de la época de Fox... Es éste entonces, un interesante viaje al pasado, -mí pasado- para ese reencuentro personal con una ínfima parte de lo que solía ser y que es hoy un recuerdo lejano.

***

LAS ALAS ROTAS


Daniel Durini

Estridente, chillón y espantoso fue el grito que provocó tu repentino despertar de esa pesadilla tan intensa. Lo veías todo aún borroso bajo la luz del sol que tímidamente se escabullía entre las persianas.

Te encontrabas en medio de una zona de desastre; había restos de comida ya podrida y enmohecida encima de la cama, sobre la cual, por ese momento, parecías ser sólo una parte más de un sinnúmero de objetos inútiles y pertenecientes más bien a un basurero que a una vivienda de seres humanos. Al incorporarte, lograste visualizar un conglomerado de hormigas amontonadas sobre un desafortunado cadáver de escarabajo que yacía en el suelo sobre una especie de tela carcomida y manchada, que tú y Sebastián solían llamar alfombra. Todo en esta especie de fortaleza protectora del mundanismo coloquial que llamaban hogar. Un pájaro cantaba felizmente fuera de la ventana.

Nadie podía pensar. Ni un sólo hombre tenía derecho a realizar esa actividad; la única que le recordara minuto a minuto durante el transcurso de su humilde existencia que - vivía. Todo lo que era preciso hacer era disparar y cubrirse, disparar y cubrirse, disparar y... Por todos lados se oían sólo gritos de desesperación, lamento y pánico, las vidas enteras terminaban en instantes; fastos bordados de momentos, amor, sonrisas infantiles, caricias maternales, pasiones que caían a tu lado súbitamente - desapareciendo. Le disparabas a jóvenes que al igual que a ti y a la mayoría de los que conformaban tu batallón les robaron sus historias y los metieron en esta alucinación bestial que no comprendían en lo más mínimo.

Se sabía que oficiales del ejército llegaban a altas horas de la noche, que sacaban a la gente de sus camas, la arrastraban de sus epopeyas personales y la llevaban al frente. Ya nadie dormía en sus casas - ¿tía, me podría quedar a dormir en tu casa esta noche?, ¿Abuelita?, ¿Marko?... Si te encontraban, te mataban. ¡Maldito desertor!, era lo único que exclamarían si por casualidad te atrevieras a rehusar a acompañarlos, de lo contrario, era un hecho que vivir en el frente de esta estúpida guerra no era vivir. Inclusive si por alguna razón sobrevivías, ya habrían matado tus ganas de existir y te volverías un muerto en vida, que era lo mismo. Eran tiempos malos los que se vivían en los Balcanes, una vez más.

La presión crecía en tu cabeza inconteniblemente; no soportabas más. Ayer, una mina desgarró en mil pedazos a Zoran, un joven del sur de Serbia a quién le habías tomado cariño; era recién casado y su jovial esposa estaba por tener a su primer hijo. Aferrado a lo que quedaba de su cuerpo ensangrentado y despedazado sentías su alma abandonándolos a los dos en busca de libertades menos sufridas. Gritabas hasta rasgar la garganta implorando respuestas al cielo nublado lleno de humo, enfermedad y muerte. Algo se había roto en tus entrañas. Nunca habías creído en la posibilidad de la existencia de un Dios, pero en aquéllos momentos te era imprescindible creer en un ser superior. Por el otro lado, sabías que no volverías a sentir su presencia ni tan cerca de ti ni tan lejos, a la vez, de todo ese país.

Llevabas ya más de un año viviendo en aquél departamento en la Condesa en el tercer piso frente al parque España; el mismo año en el que el único ser humano con quien intercambiabas escasas palabras, de tu aún deficiente español, era Sebastián. Él era un muchacho delgado, de cabello largo e historias interminables de sus aventurados y diversos viajes por Sudamérica. Rentaba el cuarto frente al tuyo. No le gustaba estar mucho en casa por su espíritu indomable y viajero, hecho que a ti solamente podía agradarte, y por el cual te caía aún mejor. No tenias ganas de continuar con esta farsa que consistía en la subsistencia superficial entre personas en el metro, el trabajo, las escuelas. Ya no creías en ello. Habías visto el otro, el lado obscuro de la humanidad y te tardaste demasiado en escapar.

Te acababas de inyectar una sustancia nueva que tu “dealer” te había recomendado. Desde los primeros momentos sentías que era algo diferente, algo que nunca habías probado, quizás algo letal y te alegraste.

Existías y no existías... Disparabas y te cubrías, disparabas y te cubrías, disparabas... Esperando que un día todo acabase de una vez por todas.

Provenías de una infancia feliz y un hogar unido del corazón de Belgrado. Tus padres eran personas cultas y desde pequeño le habías tomado afición a la lectura y la cultura. Tocabas violín y todos decían que tenías un futuro prominente como concertista. A los catorce años, y tras haber acabado el octavo grado de primaria con honores, lograste que te aceptaran en la Escuela Media Superior de Música de Belgrado. Poco tiempo después habías conocido a Milena, la mujer perfecta, misma que amabas profundamente. Estabas feliz, realmente feliz; hecho del todo inusitado en un mundo en el cual, como dijera un hombre sabio y testigo de tu contemporaneidad, “el odio es lo más natural, el amor y la amabilidad sólo pueden ser entendidos como una enfermedad”.

Tu cumpleaños diecinueve lo pasaste enterrado la mayor parte del día en la nieve hasta el cuello y temblando de frío; intentabas “defender” a la gente de un pueblo del oeste de Bosnia de “los del otro lado”; el mismo pueblo que el ejército al cuál debías pertenecer “liberó” dejándolo en ruinas. De todas maneras, al entrar, encontraron tan sólo a un grupo de veinte personas que habían sobrevivido en uno de los sótanos, que debió pertenecer a alguna casa de la cual no quedó nada como para certificarlo. Al salir, miedosamente, en las caras de aquellos sobrevivientes se podía leer que no habían discernido aún claramente qué era peor, si morir de una vez o seguir luchando en contra de la vida misma.

Dos días después, Zoran, o lo que quedaba de él, moría con grito dinamitado en tus brazos, con la mirada fija en un joven que corría herido por la línea del frente, como sin comprender lo que le había ocurrido y con un espanto y pavor indescriptibles en el rostro, sólo propios de alguien en su posición. Se detuvo, cayó sobre sus rodillas y lloró.

El joven comandante de aquella manera hincado, herido, saludaba la tormenta bajo el susurro refinado de las gotas celestes y al pasarle la agonía de siglos frente a los ojos, recordaba que en la guerra con armas no existían vencedores. Aquella noche la ilusión también rompió en llanto.

Fue repentino el darte cuenta que no podías moverte, ni gritar, ni sentir. El químico lentamente diluía tu aliento. Estabas acostado de lado a un costado de la cama y en el piso podías ver ya un pequeño charco de sangre que provenía de tu nariz. Parecía que hasta aquí era preciso que llegaras. Ya no oías el canto alegre del pajarito frente a tu ventana. Lo último que verías serían sus ojos atónitos que no terminaban de comprender que acababa de resbalar de su nido establecido en el árbol que crecía justo frente a la entrada del departamento. Ya nunca volaría; tenía las alas rotas.

Así, juntos, en silencio, abandonaban este mundo; víctimas, los dos, de pertenecerle.

La mañana siguiente, uno de los policías exclamaba que aquella era sólo una historia más de una juventud perdida y decisiones mal tomadas, seguramente de un junior que se había ido de su casa. A lo anterior, le añadía dos o tres bromas más y todos reían.

Sebastián, sentado en un rincón de aquél departamento y observando aquellas alitas rotas, era el único que no decía nada.

23.2.05

De hoy...

Nieva. Los copos se antojan diferentes a los besados en Serbia o los olidos en Budapest. Parecen más bien una especie extraña de granizo suave, una evocación mexicana en el invierno del Ruhr.

Leo "Rayuela", y comprendo repentinamente la fuente, el pretexto para escribirla. Una expresión melancólica de la torre de Babel, el sentimiento puro de la "no-patria", o la "omni-patria". Los idiomas se mezclan. Crean nuevas figuras, nuevas imágenes. El mundo se profundiza a golpes. El horizonte se aleja, tan sólo para dejarme entrever que es inútil intentar aprehenderlo. No hay remedio. La vida no alcanza.

Eso me llena por momentos de un inexplicable malestar. Uno profundo, en lo intocable de mi interioridad, que me recuerda que el mundo es inmenso hacia ambos lados. Los idiomas, introyectados, luchan encarnadamente unos contra otros. Por la supervivencia, por la conservación. Y se matan una y otra vez. Y del sufrido entierro de uno paso al dolido recuerdo del otro. Invoco la metáfora del ave Fénix que renace de su propia ceniza. Y de cada muerte, los lenguajes regresan un tanto mutilados. Es preciso platicarles con paciencia y ternura. Cuidarlos y alimentarlos de nuevo, cuál a recién nacidos. Y se recuperan. Poco a poco. Sin embargo, jamás de la misma manera. Se reconstruyen con partes de los otros congéneres... unos Frankensteins por momentos monstruosos. Seres surreales emanados de mi propia limitación lingüística. Tal vez creando una nueva tendencia... la de hablar en imágenes, en ideas. Abandonar las figuras literarias, tan elaboradas, tan de cliché; recurso último de todo literato egolatra. Dejar de sentirse acongojado al reconocer la extrema realidad que por súbitos momentos parece aplastar a la Chascona: que el mejor poeta se vuelve un vulgar analfabeta en otra lengua. Encontrarle la belleza a la simplicidad.

Ultimamente, he encontrado que me produce un placer idescriptible esa supuesta superficialidad, la que tanto critican los aterrados de su propio ser. Con la Chascona, descubrímos que la "superficialidad" refleja mucho más el alma que las profundidades del pensamiento filosófico, de las "verdades grandes", de citas aprendidas de memoria, de la incansable repetición de las introspecciones ajenas, de todo aquello que no es otra cosa que una constante huída, un escudo... de nosotros mismos. La felicidad la he encontrado en los placeres simples. En los supuestos logros se enjuaga únicamente el ego: insaciable, ambicioso, sin fondo.

Leí de las complicidades científicas de los Currie o los Einstein (en época de Mileva, una paisana probablemente mucho más admirable que su compañero de tormentos y teorías). Su trabajo no encerraba una carrera por el reconocimiento que les brindara el vanidoso mundo científico. Era un misticismo de complicidad. Similar al de contar cuentos en la intimidad, o leérnos pasajes hermosos la Chascona y yo. Una manera de costruir una felicidad muy personal. Al margen del mundo y su salvajismo.

Me estoy volviéndo un "extranjero" en la totalidad de las pocas lenguas que me acechan. Se me van palabras en todas, sobre todo en las últimas ensayadas. Espero no represente un problema irremontable el que, cuando nos veamos, me comunique haciéndo uso exclusivo de la mímica y los dibujos. Tal vez así, por fin, haya comunicación.

21.2.05

Düsseldorf HELAU

El lunes, 7 de febrero de este 2005, viajábamos en tren hacia la ciudad de Düsseldorf, a unos 40 minutos de Essen. Los vagones se encontraban repletos, y éste epíteto de hecho adquiría nuevos significados al encontrarse aplicado a lo que al interior del Regional Bahn se refiere, atiborrado éste de gente disfrazada de las más variadas formas, tomando cerveza y cantando o riendo a carcajada suelta.

Finalmente, habíamos llegado. A diferencia de la mayoría de las ciudades alemanas, la calle principal de Düsseldorf, o el río Rhin, no se encuentran directamente frente a la estación de trenes. Es preciso caminar, de hecho, un buen tanto para alcanzarlos. Y seguimos el camino, acompañádos de un sinnúmero de personas.



El día se respiraba alegre, el cielo despejado, el sol en todo lo alto. Llegámos al primer cruce de calles importante y nos encontramos con un escenario montado, bardas, puestos de comida y bebida... y mucha gente disfrazada. Decidímos quedarnos en ese lugar.

A los pocos minutos (o ni tanto, pero ya no importaba el tiempo transcurrido), inició el desfile: carros alegóricos, festivos, coloridos, llenos de personas disfrazadas aventando dulces a la gente que parados a un lado del camino gritábamos a la menor provocación: "HELAU!!!!", que es el nombre oficial del carnaval en Düsseldorf. Así que al grito de Düsseldorf: HELAU!!!!, los dulces, chocolates, cacahuates, juguetes de hule y demás artefactos (al parecer se aventaron al público alrededor de 7 toneladas de dulces), volaban hacia las manos, bolsas, capuchas, bolsillos o lo que se encontrase de los espectadores. Desfilaban diferentes compañías, agrupamientos de trabajadores de la ciudad, escuelas, porristas con sus mini-falditas, los jubilados, las escuelas de baile creyéndose brasileñas, unos peruanos graciosos, personajes a caballo vestidos con uniformes del siglo XVIII, un carro alegórico presentando a Bush con una cruz cristiana en forma de metralladora disparándo, sobre la cual se podía leer: "God bless America".

Estuvo divertido, sin embargo notamos un ambiente un tanto menos festivo y más agresivo que el presenciado en Colonia el sábado anterior, mucha más basura, mucha más gente... Y uno era reducido a papel de observador, no participante del desfile del carnaval. Aprendímos que en Düsseldorf no es muy buena idea pedir una Kölsch en un bar, ya que existe una tensión y competencia históricas con Colonia. De hecho, dependiendo de donde se escuche la frase, la connotación de que "sobre el Rhin exista una ciudad y un pueblo", va cambiando. Aquí la cosa era pedir una Düsseldorfer Alt. Y seguir la fiesta en muchos de los estántes con música alemana folclórica u ochentera (que a nosotros no nos hace nada felices, pero que a los alemanes los prende de sobremanera). Y sin más remedio, pues también nosotros nos unimos a las celebraciones.

Y nomás para no aguantarme la tentación última de este año: Düsseldorf, HELAU!!!!!

Fotos tomadas:

17.2.05

Desde hoy, siguiendo la moda bloggera, también este sitio cuenta con el servicio de comentarios.
Ojalá despierten al menos una que otra inquietud...

Un abrazo a cualquier alma extraviada por estos lares.

De las verdades del carnaval en Colonia...

Bueno, finalmente encontré algo de tiempo para poder relatar la experiencia que fue vivir en carne propia las festividades carnavalescas en Colonia.

Resulta que nos dirigimos la Chascona, su cuata y el que escribe, en ánimo fiestero (y por primera vez en la vida), a la tradicional sede de la fiesta más alocada de carnaval en Alemania: la ciudad de Colonia (Köln). Dicha ciudad fue fundada por Agrippina, oriunda de Colonia, esposa del emperador Claudio de la Roma antigua, en el año 50 d.C. El lugar, llamándose en ese entonces "Colonia" en latín, obtuvo estatus de "ciudad" gracias a las intervenciones imperiales.

Al salir de la estación principal de trenes, justo de frente, nos encontramos con el afamado Domo de Colonia, la iglesia gótica por excelencia, terminada en 1850 con el aspecto que hoy le conocemos (con todo y los daños que le propiciaron los bombardeos aliados en la II G.M.), construida sobre la antigua iglesia dedicada a los Reyes Magos, que databa del año 1248. Sus imponentes torres me dejaron, desde luego, sin aliento por unos instantes. Desgraciadamente, por ser época de carnaval, no se nos permitió la entrada al edificio, por lo que pudimos apreciar su belleza únicamente desde afuera.



Bueno, como ya había platicado, desde el jueves anterior, toda la región del Rhin, sobre todo su parte norte (Nordrhein), andaba enloquecida. Todo el mundo disfrazado, bailando y cantando: en los trenes, los bares, los cafés, las calles... Todo el mundo sonriente y bienhumorado. Tal era nuestra sorpresa ante semejante cambio de actitud de los, en cualquier otro momento, extremadamente secos, fríos y sobremanera "educados" alemanes, que la Chascona le tuvo que explicar en reiteradas ocasiones a su hermana que aquello no era lo normal, ni lo común.

Fuímos a Colonia en sábado, no en lunes (Rosenmontag) cuando toma lugar el principal desfile y al que este año asistió más de un millón de personas. Lo anterior nos pareció muy afortunado, por que en sábado, por la noche, participamos activamente (ya disfrazados con pelucas multicolores) en un desfile informal, organizado por la gente de toda la región. Caminamos y bailamos por todas las calles del centro de Colonia al ritmo de música de percusión de variadas bandas y orquestas (algunas preparadas, otras improvisadas) que amenizaban la "marcha". Había incluso puestos ambulantes de cerveza, "caipirinha" brasileña, y "schnaps" alemán por todos lados. Era vaciado ir por la calles y observar a la gente disfrazada que saludaba desde sus casas o bares ("Kneipes") a la "procesión" festiva, cantando o bailando en pequeñas fiestas privadas organizadas por toda la ciudad. Nos la pasamos sorprendentemente bien, tan bien que la fiesta no se acababa ni en la estación de trenes al regreso a Essen, ni en el mismo tren. El carnaval nos acompañó prácticamente hasta la entrada del departamento.

La vez pasada, hablaba yo de las donas y las festividades del martes posterior al "Rosenmontag". Al parecer, eso es característico del carnaval de Munich (München). Aquí, en Nordrhein-Westfallen, en especial en las ciudades atravesadas por el Rhin, las máximas celebraciones son el Weiberfastnacht y el Rosenmontag, y en Colonia se consumen brezels (aunque realmente no exista una comida típica del carnaval) y la cerveza Kölsch, típica de la ciudad.

Mañana les platicaré un poco más del Rosenmontag y del afamado HELAU de Düsseldorf, al que por supuesto asistimos al lunes siguiente.

Fotos del carnaval en Colonia, 2005:

16.2.05

De Galileo en su cumpleaños...

Les recomiendo a todos los circunstanciales lectores de estas notas sueltas una interesante biografía del afamado científico, a manera de tributo a su genialidad.

La encuentran publicada en la página de la publicación periódica Perplexus Sideralis, de la Sociedad Astronómica del Observatorio Alfa, de Monterrey, Nuevo León, México.

El texto:
"Hola, soy el dedo de Galileo".

3.2.05

Weiberfastnacht y Rosenmontag

Hoy por la mañana, trasladándome de Essen a Duisburg por tren, noté que algo extraño ocurría a mi alrededor. Decenas de personas vestidas con una variedad impresionante de disfraces llenaban el tren que, después de pasar por Duisburg, llegaría a su destino final: Colonia. Todos cantaban y golpeaban las puertas o las escaleras del tren. Unos payasos bebían de un abotella de vino, mientras una "squo", sentada al lado de su venerado jefe de tribu probablemente Cheyenne, contaba un chiste que era celebrado con ruido por un cirujano, al parecer recién salido del quirófano, dos diablos, un vaquero, dos punks y un cura. Al otro lado del tren dos prostitutas eran acompañadas por un soldado en batalla y un hombre con sombrero en forma de gallina. Los tres se terminaban con velocidad inusual unas pequeñas botellitas de "schnaps" alemán que les eran ofrecidas por un mexicano excepcionalmente güero, al parecer recién desembarcado de alguna rancherría de Hollywood. Desde que la fría mañana me encontró en el anden número 2 de la estación principal de trenes de Essen, y hasta que finalmente arribé al instituto en Duisburg, no paré de reír. Se habrán vuelto locos los alemanes?

Llegando a la oficina, finalmente me explicaron que hoy es el llamado Weiberfastnacht: parte de las celebraciones cristianas del carnaval. El climax de estas celebraciones es el día lunes, 7 de Febrero, en este 2005. La mayoría de los alemanes tendrán ese día la tarde libre para poder trasladarse disfrazados al lugar de la fiesta del carnaval, normalmente el centro de casi todas las ciudades, al menos en Nordrhein-Westfallen. De hecho, las celebraciones fuertes serán llevadas a cabo desde el día de hoy. El Rosenmontag, es decir el próximo lunes es el día que tendremos libre también en el Instituto Fraunhofer.

Originalmente, el carnaval era una fiesta pagana, proveniente de la Roma antigua. En los siglos recientes, sin embargo, se le ha asociado más con la iglesia cristiana. De manera oficial, la temporada del carnaval inicia el 11 de Noviembre (11.11.) a las 11:11 del día, y continúa sin mucho entusiasmo por los próximos tres meses. La verdadera fiesta sin embargo, inicia en Febrero o Marzo, exáctamente 7 semanas antes de la Pascua. Esta es la semana en la que la gente tiene la oportunidad de "enloquecer" y comportarse como quiera, sin mayores impedimientos, antes del inicio del ayuno y la Semana Santa.

El jueves antes del Miércoles de Ceniza, este año el día de hoy, 3 de Febrero, se conoce como Weiberfastnacht, o "La noche del carnaval para mujeres". Tradicionalmente, en esta noche, las mujeres tienen derecho a cortarle la corbata a cualquier hombre (caballero) que encuentren. (Afortunadamente, casi nunca uso corbata.) Igualmente, se le permite a las mujeres besar a quién quieran. De manera que los y las solteras el día de hoy pueden darle alas a la imaginación y la acción.

El siguiente lunes se conoce como Rosenmontag. En este día toman lugar varias procesiones callejeras con máscaras, trajes y demás parafernalia propia de un carnaval. El martes de carnaval, que viene siendo el día posterior al Rosenmontag, es el último día del carnaval, en el que toman lugar la mayoría de las festividades.

Las celebraciones más famosas carnavalescas de Alemania suceden en Colonia, la ciudad con la más larga tradición de las fiestas callejeras que se remontan al siglo XIV.

La comida acostumbrada del Carnaval son las donas, en alemán: Krapfen. Así que se pueden ver puestos de donas por todos lados (incluso algunas de broma, por ejemplo rellenas de mostaza). Ello tiene, supuestamente, su orígen en la costumbre europea pre-cristiana, que dictaba que cada tribu escogiera a su "rey sagrado" por un año. Al término de su "reino", se sacrificaba al hombre y con su sangre se regaba la tierra para asegurar una cosecha exitosa. El método para escoger al "rey sagrado" era el llamado "pastel real". Una moneda o una semilla se colocaban en el pastel antes de ser horneado y al que le tocara el pedazo con el "premio", era el elegido. Hoy en día, el "pastel del rey", al parecer mutó en la conocida forma de dona, sin el sangriento desenlace final.

Así que hoy, de manera oficial, dio inicio la semana más loca para los alemanes. Desde luego, en el correcto afán explorador, la Chascona, su gemela y un servidor viajaremos el sábado a Colonia, y el lunes a Düsseldorf, donde al parecer suceden los mejores eventos de la temporada.

Allí les platicaré...

1.2.05

En el comedor de la Universidad Duisburg-Essen, campus Duisburg, encuentro hoy un papel que dice:

Parar el pago de cuotas para estudiantes
-Por una educación gratuita-
La educación no es un lujo


La Corte Federal Constitucional derrocó la prohibición de cobro de cuotas para estudiantes el 26 de enero pasado. Los estados como Bavaria, Baden-Württemberg o Hamburgo anunciaron ya el cobro de cuotas para estudiantes. Los demás estados no tardan en seguir el ejemplo.

Con su juicio politizado colocaron los jueces la primera piedra para construir una comunidad consistente de dos clases de estudiantes en la educación superior. Con esta medida se profundizará aun más la división social: el inicio de su educación superior dividirá a las personas en cuanto al nivel académico, de modo que quién quisiera continuar sus estudios se tendría que preguntar si es dispuesto a pagar un alto precio. Se ataca de esta manera el principio social de la necesidad de iguales condiciones de vida.

Juntos nos opondremos a la introducción de cuotas a los estudiantes.
Las cuotas a los estudiantes jamás podrán ser socialmente compatibles (justas). Tampoco se mejorará con estas medidas la situación de la educación superior - los ministros de finanzas de los estados utilizarán mucho más esta oportunidad para acortar aun más el cupo en las universidades y con el dinero que paguen los estudiantes van a tapar los hoyos del presupuesto.

Lucharemos en contra de la de-democratización y por nuestro derecho a la participación en la toma de decisiones en las universidades. Demandamos una verdadera reforma educativa para mejorar los niveles y formas de enseñanza e investigación. Rechazamos igualmente todos los futuros intentos, de reducir la educación y la investigación al nivel de meras mercancias.

En este momento se está llevando a cabo en todo el país una destrucción masiva del estado de bienestar social. No estamos solos en esta resistencia, por lo que nos solidarizamos con las protestas contra los recortes en la educación y la ayuda social. Hacemos un llamado a que se unan a nuestra protesta.

Educación para todos!

Marcha el 3 de febrero de 2005 en el campus Essen, a las 11:00.

En la estación central de tren de la ciudad de Duisburg, leí en un póster de la cruz roja alemana:

"Philosophen gibt es über all, Blutt gibt es nicht."
"Filósofos hay en todos lados, sangre no."