De paradojas de correlación de fuerza
El imperialismo es imperialismo, sin importar quien lo ejerce. Hoy en día lo peor que parece poderle pasar a un país es contar con recursos naturales o biodiversidad en su territorio.
Sobre el conflicto de Chechenia con Rusia, sugiero leer los siguientes dos artículos publicados en La Jornada (se nota que me simpatizan los análisis de Alfredo Jalife-Rahme?):
José María Pérez Gay/V, "El Cáucaso en llamas",
La Jornada, México D.F. Jueves 9 de septiembre de 2004
Alfredo Jalife-Rahme, BAJO LA LUPA, "Detrás de Chechenia: el control de Daguestán y el mar Caspio",
La Jornada, México D.F. Miércoles 8 de septiembre de 2004
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Parte de la experiencia de mi vivir en Alemania ha sido de manera indiscutible la pluriculturalidad a la que he sido expuesto. Ha sido una maravilla compartir puntos de vista con gente que vive realidades a las que he temido incluso acercarme. Henos aquí, en Göttingen, todos juntitos y sonriendo, personas de Rusia, Bielorrusia, China, Tailandia, Malasia, Uzbekistán, Turquía, Iraq, Palestina, Kenya, India, Afganistán, Arabia Saudita, prácticamente toda Latinoamérica, Italia, gringolandia, Suecia, Suiza y anexas.
Conclusión: más del 80% de la humanidad vivimos mal, con miedo o sin lo mínimo necesario para la subsistencia diaria.
Aquí coincidimos puras valiosas excepciones; como un venezolano que para no tirar dinero al vacío y despues de pagarse él mismo ocho meses de curso de alemán seguidos, se compró un departamento en München; un árabe que a cada rato vuela a casa y de vuelta y anda acá pagándoselo todo para ver si puede quedarse por acá a estudiar, igual que un palestino, otro chino... los demás: puro acreedor al maravilloso subsidio al desempleo más finamente llamado beca de estudios.
Una vez superada la dinámica de la aceptación pluricultural con no pocas dosis de tolerancia a veces sobrehumana, como siempre sucede, uno acaba rodeado mayoritariamente de puro latino: venezolanos, colombianos, chilenos, argentinos, costarricences, hondureños, peruanos, brasileños... Y se da uno cuenta que hablar de Latinoamérica como un todo o incluso suponer que como uno conoce México tiene una vaga idea del resto es demasiado irreal y simplicista. La realidad venezolana o colombiana son por mucho más complicadas de lo que uno supone al leer el periódico o ver las noticias. En estos días me pude dar cuenta que hablar con algunos colombianos, por mencionar un caso tan solo, implica luchar constantemente con un nacionalismo exacervado, pelear en contra de una visión localista que pretenden extrapolar a todo el continente, patear dogmas y tabús mucho más arraigados de lo que un chilango podría incluso imaginar, una religiosidad a momentos peligrosa y sortear juicios políticos maniqueos que lo asaltan a uno en cada palabra o afirmación. Y sabiendo que esta conclusión se pudiera aplicar a prácticamente cualquier localidad del mundo, resalto el haber lo hecho en medio de una situación excepcional: en Alemania, lejos de casa... situación que desde luego le da vida a todos los nacionalismos y patrioterías como tales. Pero eso sí, todos los miércoles religiosamente bailamos Salsa, todos o casi, incluso los que jamás lo habían hecho. Todo como parte de una identificación cultural. Las alemanas fascinadas, los turcos comiéndonos el mandado al hacerse pasar por latinos, nosotros sintiéndonos como en casa... y los bongós que no dejan de sonar.
Por demás, todo va bien. La pequeña ciudad de Göttingen ya está dando de sí y pronto ya estaré iniciando el doctorado (finalmente) en la ciudad de Essen, con la Chascona e Iskra (en familia, pues). Todos juntitos.
Hoy posiblemente estamos viviendo el último día de este verano. El cielo despejado, el Sol en todo lo alto, pero el pronóstico para mañana ya es diferente y aparentemente el fin de semana ya le dará la bienvenida al otoño.
El sábado vamos la Chascona y yo a Bruselas.
El gobierno alemán sigue pagando, nosotros aprovechando hasta el último, los grandes comiéndose a los chiquitos, el mundo girando y nosotros soñando. Un mundo mejor ES posible.