Ergo iocus

De percepciones personales de una realidad multiforme

27.1.05

De Permacultura...

Permacultura un concepto práctico para diseñar Sistemas de Vida Sustentable, que se basa en la integración de investigaciones de grupos de base, la sabiduría ancestral, y la ciencia ecológica moderna. Sus principios nos estimulan a establecer ambientes altamente productivos, provisión de alimentos, sistemas de energía, vivienda y otras necesidades materiales y no materiales que incluyen infraestructura social y económica. El término Permacultura es la contracción de "permanente agricultura" y "permanente cultura". El concepto fue desarrollado en los años ´70 por Bill Mollison y David Holmgren en Australia. La Permacultura diseña y nutre ecosistemas productivos que tienen la estabilidad, diversidad y flexibilidad de los ecosistemas naturales.
El diseñador de Permacultura, a través de la cuidadosa observación de los patrones naturales y las características de un lugar particular puede gradualmente discernir los métodos óptimos para integrar la vivienda y los sistemas de energía con plantación de árboles, plantas comestibles, animales silvestres y domésticos y acuicultura.

La Permacultura aprovecha todos los recursos, y aúna la mayor cantidad de funciones en cada elemento del paisaje y la mayor cantidad de elementos que sean posibles en cada espacio vertical y horizontal. El exceso o desecho producido por plantas, animales y actividades humanas es utilizado para beneficiar otras partes del sistema.

Se utilizan asociaciones particulares de árboles, enredaderas perennes, arbustos y plantas rastreras, que se nutren y protegen mutuamente. Las plantaciones se diseñan optimizando el aprovechamiento del agua y del sol, y moderando el viento. Se construyen espejos de agua y otros elementos para aprovechar la gran diversidad de actividad biológica en la interacción de los ecosistemas.

La implementación de un diseño de Permacultura requiere flexibilidad y una apropiada secuencia para que puedan realizarse cambios en la medida que la observación y la experiencia los sugieran.

Crear un ambiente en Permacultura es un proceso largo y gradual en el que se utilizan técnicas y principios de la ecología, tecnologías apropiadas, agricultura sustentable y la sabiduría de los pueblos primordiales, aunque esencialmente está basado en la observación directa de la naturaleza del lugar.

Este sistema holístico y revolucionario es enseñado como un sistema aplicado de diseño desde el año 1979, en mas de 60 países. El trabajo de los graduados de esta indefinida red global le ha dado alas al movimiento y ha generado modelos para una vida sustentable que incluye máxima productividad con mínimo uso de energía, acrecentando la comprensión y apreciación de los patrones de la naturaleza.

Hoy existen miles de proyectos exitosos que están produciendo una transformación en sus regiones.

Para más información: www.gaia.org.ar, en Argentina; o http://www.proyectosanisidro.com.mx, en México.

23.1.05

De ideologías...

Estando en Belgrado la Chascona y yo, tuvimos la oportunidad de platicar con personas diversas, de ideologías distintas, de visiones disonantes... La constante sin embargo, era casi siempre el que tomaran a Serbia y todo lo sucedido en esos territorios balcánicos como el punto de referencia y la medida de todo lo que intentaban analizar. Por ejemplo, la discusión acerca de la utilidad de la historia como disciplina era reducido por mi prima Tanja al simple (o no tan simple) arte de la manipulación política. Desde su experiencia, este campo de conocimiento no servía más que para justificar aniquilaciones, matanzas, usufructo de poder y otras delicias de la humanidad reducida a la barbarie. Los contemporáneos pleitos de las ciencias sociales se encontraban en una constante descalificación en los análisis de Tanja. Cualquier otro tema, como los que pudieran involucrar las políticas del Pentágono, la conquista del oriente medio, la situación de las minorías en el occidente, o incluso el zapatismo era invariablemente abordado desde la experiencia balcánica. Y esta, para decir lo menos, es bastante complicada.

Un día escuchábamos los relatos de unos viejos opositores “progresistas” del régimen totalitario de Slobodan Milosevic. Narraban las demostraciones, la revolución de octubre del 2000, las palizas del ‘97, el ’93... todo con lujo de detalle y mucha pasión. Y entonces, reconociendo y recordando las luchas sacrificadas de la izquierda mexicana, las primaveras de Praga, el Apartheid, y tantas otras batallas épicas y diversas entre sí, “para donde ahora?”, preguntábamos la Chascona y yo. Y aquí la revelación... no se sabía bien a bien hacia donde. Ahora, Milosevic ya no está (está en La Haya, juzgado por el Tribunal Internacional para Crímenes de Guerra en la ex-Yugoslavia de la Unión Europea, a través de Carla De Ponte, juez asignado; como lo atestiguan las transmisiones en vivo en la televisión serbia, ya que el juicio a Milosevic macabramente aparenta un terrible juicio a Serbia), los supuestos demócratas gobiernan ahora sumidos en terribles discusiones interpartidarias, manipulados por- o en franca lucha contra- las mafias, que hasta hace poco representaban la piedra angular del gobierno balcánico. Y el desempleo, la crisis, la falta de recursos públicos, de los privados, de un nivel de vida digno, todo ello sigue, y se agudiza o se estabiliza, y nadie entiende bien a bien cómo logra sobrevivir con su sueldo promedio de 300 euros mensuales, con precios a nivel de Europa occidental. Y la comunidad internacional sigue castigando a Serbia (ahora ya sin Kosovo). Y este país de los Balcanes occidentales aún no logra visualizar salida alguna. Y el pretexto: la entrega de los supuestos criminales de guerra requeridos por La Haya; criminales mismos que para muchos de los nacionalistas serbios del pasado o el presente no son más que héroes nacionales. Y nadie manda a La Haya a Clinton, a Allbright, a Solana, a todos los responsables de las políticas de la Unión Europea, a tantos actores. Y las discusiones se aumentan, a la par de la presión internacional. Y “Serbia no se inclina...”, y la pobreza, y el aislamiento, y la propaganda internacional, y la ignorancia. ¿Qué más quiere lograr el occidente? Es una pregunta frecuente.

Y los que piensan saber dicen que hay que entrar a la Unión Europea, a la OTAN, atraer el capital extranjero, impulsar la maquila, volverse parte del mundo. Y las fuerzas “progresistas” serbias, que luchaban por la LIBERTAD: la libertad de expresión, de prensa, de crítica, por una democracia real... un día despertaron a otro mundo. Uno en el que no nada más existe Serbia y su contexto balcánico. Uno en el que 85% de la humanidad es víctima de procesos de globalización del capital, del liberalismo económico, de la injusta repartición de riqueza, del gobierno del terror de los poderosos. Uno en el que la gente tiene la LIBERTAD de gritar, y hacer demostraciones, y expresarse, y escribir, y analizar... pero que de nada le sirve, por que no tiene la FUERZA para hacerse presente en el gran tablero geopolítico, o tan si quiera nacional, o local. Por que no existe una JUSTICIA social, un afán por crear un mundo menos hostil, más JUSTO para todos, y no agradable tan sólo a unos cuantos, los favorecidos, los adinerados.

Y aquí la disyuntiva: en la ex-Yugoslavia existía una industria interna desarrollada; el país producía automóviles (Crvena Zastava, Yugo), existía la industria de blancos y aparatos eléctricos (Gorenje y EI Nis), se producía internamente la energía casi en el 80%, se tenían recursos naturales de toda índole, se buscaba impulsar el mercado interno y participar en los extranjeros sin permitir la intromisión de productos del occidente dentro del país; se vivía bien, había turismo con hoteles y consorcios turísticos nacionales; el sistema de salud era sobresaliente, al igual que el educativo, todos gratuitos y con garantía de estado. Pero no existía libertad de expresión alguna, ni de crítica, de prensa o análisis; toda la sociedad era controlada por medio de la policía secreta del régimen, y a los opositores se los tragaba la noche o llenaban las cárceles de presos políticos; se vivía un sistema socialista totalitario autogestivo que suponía una débil y supuesta democracia interna (claramente más progresista y avanzada que el sistema soviético, pero aún insuficiente); en época de Milosevic se vivía de hecho una dictadura; y todo ello producía generaciones de “vírgenes” políticas: ciudadanos que a fuerza de la prohibición del análisis y la crítica jamás desarrollaron la habilidad del ejercicio de las mismas, sobre todo en la segunda generación del comunismo (a saber, los padres de mi generación). Por todo lo expuesto, la lucha en contra del régimen socialista y el de Slobodan Milosevic, se concentró en la lucha por la LIBERTAD, en contra del ejercicio autoritario de un poder casi absoluto, de la represión y el usufructo de ese poder. Y en el camino hacia su obtención, dejaban de importar ya los problemas de índole económica, al menos no se percibían ya como una necesidad inmediata. Y el occidente alimentaba estas posiciones con claros intereses. Y a la gente era fácil irla “politizando” en contra de algo que ya conocían y desde luego, desaprobaban. Pero nadie discutía acerca de los proyectos alternativos. Acerca de hacia dónde dirigirse una vez ganada la tan ansiada LIBERTAD. Nadie más que las potencias occidentales, a decir EUA y la UE.

En el tercer mundo y el oriente europeo que corrió con más suerte, el discurso de las supuestas democratizaciones encontró muchos adeptos. Sin embargo, unas crisis más llevadoras, y una temprana incrustación en el sistema mundial globalizado, con la mayoría de la población en condiciones de ser no-globalizada, y la experiencia de ser tratadas como un mercado sin beneficios claros, a las naciones “en vías de desarrollo” les enseñó ya en los inicios del nuevo milenio que la pura LIBERTAD de gritar y manifestarse no les servía para mucho, aunque sí fuera una alternativa agradable a las sangrientas dictaduras y manipulaciones gubernamentales de antaño (sólo sin los beneficios del socialismo europeo, en el caso por ejemplo, de América Latina) sobre todo aunada al impresionante poder de los medios de comunicación como manipuladores de la opinión pública y adoctrinadores para la aceptación de esta realidad como inminente y natural (en medio de un ruido relativista postmoderno ensordecedor que nos hace dudar de todo y de todos). En estos espacios, al igual que dentro de las potencias económicas mismas, se lucha por la JUSTICIA social, por una economía más humana, en contra de la globalización de capitales, en contra del concepto mismo de la “periferia económica”.

Tal vez la lucha de los primeros no sea más que la primera etapa de la lucha de los segundos. Sin embargo, es urgente que la “intelectualidad” serbia despierte a su realidad internacional. Antes de que sea demasiado tarde.

Es necesario unificar ambas luchas: luchar por la LIBERTAD y la JUSTICIA, asumidas como complementaria, necesariamente interdependientes. O tal vez, como lo plantean los zapatistas, quiénes piden “Una DEMOCRACIA plural en las ideologías, las religiones y las políticas; una democracia con JUSTICIA, LIBERTAD de los individuos y no solo de los pueblos. Plantean el problema de la JUSTICIA para “los hombres de la sombra” y con ellos.”

21.1.05

De deportes...

Es claro que esto del invierno alemán me tiene bastante deprimido. No me dan ganas de salir de la casa, sobre todo no a las 7 y media de la mañana, cuando aún todo Essen se encuentra a oscuras, llueve, la temperatura sigue estancada alrededor de lo cero grados, y ocasionalmente nos visita ese viento helado, terrible, que se le cuela a uno a través del pantalón de pana o la chamarra de pluma de ganso. Dormir y comer. Es todo lo que ronda mi mente en estos días. Incluso la líbido se me ha bajado a los talones... la Chascona a la espera, paciente, amorosa.

Y de tanto comer, y andar todo el día sentado, de tren en tren y de silla en silla, se me notan ya las deformaciones corporales "invernales", sobre todo en el relieve abdominal. "El callo de la andadera", diría un profesor de la prepa, que más que de anatomía nos daba clases de filosofía de la vida "según el", entre poema y poema que solía declamar en el salón. Así que es urgente (re)iniciar algun ejercicio corporal.

Mi personal historia deportiva inició con la natación. Puro chamaco asustado en una alberquita de chapoteadero en el centro deportivo de Tasmajdan en Belgrado. Recuerdo claramente el estar aferrado a la espalda del instructor como si la vida se me fuera en ello... toda la hora, todas las veces. Y entonces, un día, el instructor decidió desprenderme y dejarme agarrado de una orilla del azulejo. Pero estaba resbalozo, y yo en mi pánico acuático perdí por un instante el punto de apoyo, resbalé y dí una pirueta eterna... bajo el agua. El susto no se me quitó como un año. Con todo y que tres meses de ese mismo año las pasé a la orilla del mar, en casa de mis abuelos, no me le acercaba al agua... ni loco.

Luego, seguimos con el patinaje en hielo. Este deporte sí se me daba, y allí andabamos, la pandilla del jardín de niños (unos cuatro a los que los papás nos llevaban juntos a todos lados), todos los sábados y domingos, de las 11 de la mañana a la 1 de la tarde, dando vueltas al ritmo de música, dentro de la "Hala Pionir", mayor centro de entretenimiento deportivo de Belgrado, y casa del club de Hockey sobre hielo "Estrella Roja".

Poco a poco, se me quitó el miedo al agua. Aprendí a nadar, y este deporte se volvió una parte muy importante de mi vida, hasta la fecha. El hecho de pasar tres meses anuales en el mar, desde luego ayudaba.

En la primaria, todos los niños del salón empezamos a entrenar Karate. Como también se me daba, llegué hasta la cinta verde (pasando por la blanca, amarilla, naranja y la roja). Todo iba bien, hasta que ya no quedaba casi nadie de mis cuates entrenando, y yo también decidí abandonar ese proyecto.

El basquetball se me empezó a dar, y eso más o menos, apenas hasta el sexto de primaria. Y es que justo en el verano entre el quinto y sexto, traumado por mi supuesto sobre peso y ausencia de habilidades deportivas, me la pasé todo el verano nadando como loco, haciendo abominables y lagarijas como degenerado y corriendo por las mañanas. Resultado: disminución de peso acompañada por un crecimiento de 12 centímetros en tan solo dos meses. Una maravilla.

El fútbol nunca se me dio. O sería que no se me daba de chiquito y, desde entonces, así etiquetado, no volví a intentar jugarlo escudado siempre tras la frase que repetía hasta el cansancio: "Hay quienes no nacieron para jugar ciertas cosas. Yo nací para no jugar el fútbol." Lo interesante es que sí me gusta ver los partidos, sobre todo los buenos.

Por allí, después del karate, empecé a entrenar Waterpolo (o polo acuático, dirían en México), en el deportivo "Vracar", en un pequeño equipo que se estaba apenas formando. Y aquí sí me hallé. Al principio era el más rápido nadador del equipo, y siempre el designado para salir por la bola al inicio de los partidos. Me gustaba la sensación. Con el tiempo intenté ir involucrando con este deporte a cuanto amigo podía. Creo que casi todos desfilaron por allí. Lo curioso fue que tan solo uno se quedó por allí un tiempo considerable. Yo me cambié a un equipo más grande un año después, y luego la falta de constancia fue haciendo de la suyas.

Todos los inviernos ibamos a esquiar en viajes organizados por la primaria (que en Serbia dura 8 años). Primero a una montaña muy cercana a Belgrado, llamada "Divcibare", y luego cada vez a montañas más altas, como la Popova Sapka, en Macedonia, o incluso el último año nos llevaron a esquiar a la entonces Checoslovaquia. Me es interesante recordar que en ese entonces los checos y los eslovacos vivían una dictadura muy sangrienta; no tenían libertad de casi nada y su economía andaba mucho más retrasada que la yugoslava. De hecho, los precios se nos hacían tan increíblemente bajos que comprabamos todo lo que podíamos (incluída una antena parabólica que compró por allí alguien). Me traje en ese entonces, un palo de Hockey, unas camisas y otras chunches que me parecían atractivas a los 14 años. Eso fue en el año 1990. Hoy, 15 años más tarde, las realidades están invertidas, por decir lo menos. Hoy, ellos son europeos, y los serbios... parecen caso perdido. Pero, cómo da vueltas la vida.

En el parque de Konak Knjeginje Ljubice ("Casa de descanso de la reina Ljubica"), muchos aprendímos las principales técnicas para jugar al tenis. De allí, Ivan, un cuate, de hecho continuó su carrera como profesional.

Por otro lado, en la primaria todo el mundo teníamos que correr 800 metros planos en menos de tres minutos para aprobar la clase de deportes, y jugar obligatoriamente fútbol, basquet o handball en los torneos internos. También, a todos sin excepción se nos enseñaron las bases de la gimnasia olímpica, en cuanto al salto de caballo, la viga y los anillos.

Ya una vez en México, entrené un rato baloncesto en la selección de la secundaria. Incluso, llegamos a ir a un torneo de un fin de semana a Cuernavaca. Rentamos entre todo el equipo una casa con alberca (capricho de los de la prepa), y ganamos el torneo CUAM básicamente borrachos. De hecho, Rodrigo, el jugador más valioso del torneo se tuvo que parar a vomitar en medio del juego de la final, a causa de una borrachera marca demonio que aún no se le bajaba.

Sin embargo, no me hallaba en eso de los deportes en los que se tenía que correr. Así que, finalmente terminé en el equipo de polo acuático de la Alberca Olímpica Francisco Márquez, del D. F. Entrené allí de manera intermitente seis años, cuatro horas diarias, de lunes a sábado (gimnasio y a veces aeróbics incluídos). Entre los mayores logros cuento la medalla de bronce en la Primera Olimpiada Juvenil organizada en México, en la cual nos tocó competir en el Campo Militar en Cuernavaca durante una semana inolvidable, y el viaje a Cuba a los Juegos Interescolares (que perdímos casi todos, pero la experiencia de visitar Cien Fuegos, Santa Clara y la Habana, y sufrir una paliza épica a manos de la selección juvenil femenina de Cuba, no me la quita nadie).

Por último, me metí a entrenar Aikido, en el Budo UNAM. Fue una experiencia maravillosa toda ella, que duró hasta el mismíto día en el que me rompí el brazo en pleno entrenamiento. Y fue esto una suerte, ya que de no haberse dado, me enteraría que albergaba yo un tumor en el hueso radio quién sabe hasta cuando.

De esos entonces ya me separan los días en Puebla y todo este año. Así que, urge hacer algo. Y la próxima semana inicio de nuevo entrenamientos de Aikido y los martes de alberca con la Chascona.

De vuelta en forma...

18.1.05

De vuelta...

El año 2004 nos encontró a la Chascona, a Iskra y a mí en la playa de Chacahua. Fue ése un merecido descanso tras un año y medio de estrés, lucha diaria, gritos y sombrerazos.

Una Ucrania incisiva que se mezclaba violentamente con mi México festivo y mi sangre sureslava caliente.

Es increíble la importancia que puede llegar a tener en nuestras vidas un asesor de tesis de maestría en un instituto como lo es por ejemplo, el INAOE, en una circunstancia como lo es la mexicana.

El proceso que intento escudriñar inicia de la siguiente manera. Entran al instituto éste cada año unos 500 prospectos aspirantes a realizar una maestría en óptica, astrofísica, electrónica o ciencias de la computación. Todos ellos se enfrentan primero a un curso propedéutico que dura unos dos meses, normalmente julio y agosto de cualquiera de los años. Desde luego, para realizar este curso, el criterio de selección es flexible. Prácticamente cualquiera quién haya terminado una licenciatura puede tomarlo.

El problema inicia cuando se percata uno que el primer día de clases, solamente en electrónica (nomás por citar un ejemplo) se ve prácticamente todo lo supuestamente aprendido en los largos cinco años de licenciatura. Y en ese momento faltan ocho semanas de clases. Y es en ese mismo momento cuando uno comprueba de manera contundente lo que ya intuía desde antes: saliendo de la facultad uno no sabe a ciencia cierta a hacer nada, o casi nada, que no es lomismo pero da igual. Y le comunican a uno que electrónica no es el mayor de los problemas, que lo bueno viene por ejemplo, en teoría electromagnética aunque la clase de por ejemplo, métodos matemáticos, tampoco se queda atrás. Y así inicia una carrera despiadada de todos contra todos. Al final, de unos 150 candidatos que se inscriben cada año al curso por ejemplo, de electrónica, solamente se aceptarán los 30 o 35 con los resultados más altos de los tres cursos propedéuticos.

Al mismo tiempo, a uno le aplican exámenes de inglés para ubicarlo en su correspondiente nivel de aprendizaje de este idioma que llevará en paralelo a los cursos curriculares, y otro de redacción en español, y uno más de evaluación general de egresados, etc.

Y digamos que uno logra sobrevivir esta etapa y es aceptado finalmente a la maestría, de nuevo por ejemplo, en electrónica; se le comunica a uno entonces, que el primer año llevará 10 materias curriculares, divididas en dos semestres normales (de a 4 materias por semestre) y un verano de dos meses con las restantes dos materias. Se le dice a uno claramente que la calificación aprobatoria por materia es 7, y que reprobar una materia o sacar un promedio semestral menor a 8, son ambas causas de expulsión del programa.

La buena noticia en ese momento es que todos los que ingresan a la maestría son automáticamente acreedores a una beca de maestría por parte del CONACyT (misma que les será pagada hasta 3 o 4 meses después del inicio de cursos del primer semestre, aunque de manera retroactiva), un cubículo con computadoras, un descuento en comidas en la cafetería del propio instituto, apoyo anual para adquisición de libros y 500 fotocopias semestrales gratis. Yupiiii!!! Pero el sentimiento de que diario lo van a correr a uno no se le quita hasta el momento mismo de su examen final de grado. De eso se encargan todos y cada uno de los profesores de las materias, como no. Y la presión es terrible. Sobre todo, si a uno se le ocurre operarse de un tumor en el hueso radio justo la primera semana del primer semestre, o no ha terminado aún de escribir la tesis de licenciatura y debe aprovechar los primeros seis meses que amablemente le otorga CONACYT en señal de buena fe. Y para la mayoría es la primera vez que viven solos. Lejos de casa. En un pueblo polvoriento, entre vacas y milpas, frente a la iglesia probablemente más enigmática y maravillosa de México, y en el instituto que encarna un sueño de dos visionarios científicos mexicanos, Guillermo Haro y Enrique Erro, mismo qe alberga el único laboratorio de microelectrónica en latinoamérica (al menos hasta el 2003), un telescópio, unos 250 investigadores y otros 200 estudiantes de maestrías o doctorados, todo en Sta. María Tonantzintla, Puebla. Todo hermoso, todo bien, pero hay que aprobar los exámenes diarios, y los exámenes sorpresa, y los llamados "quizes", y las exposiciones orales, y hay que aprender a dormir poco, a hacer grupos de trabajo, a motivarse cuando todo empieza a salir mal, cuando el tiempo de entrega de los proyectos hace mucho que terminó y uno no logra que funcionen, a comer frente a la computadora, a dormir sobre el teclado... a seguirle aunque todo parezca negro, tanto o más que las noches en Tonantzintla, en el INAOE iluminado de manera discreta para evitar la terrible contaminación luminosa. Mientras afuera, todo Cholula celebra, y toda la UDLA, y todas las 140 iglesias de la comarca, con todo y sus 365 cúpulas, y los cuetes truenan, sin cesar, todas las noches, todas las madrugadas, todo el tiempo. Y mientras aprende uno a deshacerse de las moscas que inevitablemente aparecen en pueblos con establos, y los olores, y el lodo en época de lluvias, y el frío del invierno. Y mientras contempla uno los cielos estrellados, y las lunas cambiantes, y la Malinche, y los majestuosos volcanes, y el pico de Orizaba, y el Cerro de la Negra que le dicen a uno está frente al pico de Orizaba y en cuya cima se imagina uno como van construyendo el radio-telescopio más grande del mundo, con un plato de 50 metros de diámetro y cuyos planos ha visto uno hasta el cansancio en los numerosos intentos de los encargados del proyecto por justificar la demora de más de tres años. Y a veces ya no ve uno nada. Ni su sombra, ni la luna, ni las vacas, ni la milpa con los bueyes en donde se hara la tierra a la usanza de los antiguos egipcios de hace miles de años, y que se estacionan frente al mismisimo laboratorio de microelectrónica y su enigmático implantador iónico que le recuerda a uno los laboratorios de los científicos locos de las películas del Santo. Y aprende uno a escuchar. Y conoce de las historias de todos los recónditos rumbos de su México desconocido. Y conoce uno como un compañero suyo, con tres hijos ya, fue taquero, y albañil, y carpintero, y luchador libre con máscara y todo y se llamaba La Fuerza Poblana; y como terminó la carrera y como lo rechazaron el año anterior en la maestría y como está decidido a triunfar, y como es el primero de su familia en terminar una carrera, y como sueña con el doctorado en el extranjero. Y se da cuenta uno que los que le apuestan a esto de la ciencia no son personas de la clase acomodada. Y entiende uno como es mejor una beca de doctorado que el desempleo. Y comprende uno que no es fácil. Y escucha uno historias de los Tuxtlas, de Jalapa, de Chiapas, de Aguascalientes, de Sonora y su desierto, de los pueblos de la sierra norte de Puebla, de Yucatán, Guanajuato, Morelia, Oaxaca, Tlaxcala... Y vive uno entre las familias Coyotl, Cuautle, Tehuatl. Y se despierta uno por el ruido de las vacas o becerros que andan pastando justo en la puerta de la casa que uno anda rentando. Y escucha uno la queja de su compañero que rentó una pieza llena de pulgas, y del otro que se baña a jicarazos. Y se le descompone a uno la bomba del agua del pozo a cada rato, y se le revienta el codo del fregadero, y el techo tiene goteras, y el único albañil del pueblo, que es el vecino de uno, cobra muy caro o no tiene tiempo. Y se entera uno de como se celebran por acá las bodas y los quince años. Y de como la costumbre cambia drásticamente entre Chipilo y Atlixco. Y ríe uno cuando puede, y bebe uno alcohol, y entiende uno por qué las becas de CONACyT acaban en los tugurios de Cholula. Y también entiende la soledad. Y observa a las muchachas del pueblo casarse con los doctores, o futuros doctores, una parcelita como dote de por medio. Y escucha uno a rusos, ucranianos, ingleses, franceses, griegos, gringos, isralíes, bosnios, peruanos, bolivianos, argentinos, españoles, todos intentando comunicarse en este español tonantzintleca. Y también se alegra uno cuando ve que con ayuda de gente como la Poniatowska, se inaugura la primera secundaria del pueblo, y lugo tal vez la preparatoria. Y también es secreto a voces que el sueño del primer pueblo científico en México se desvanece en el trabajo de intendencia, jardinería, comida rápida o renta de cuartos en los que se ocupa a los lugareños. Y los terrenitos se andan acabando...

Y luego escoje uno a un asesor muy estricto. Y toma uno 5 materias curriculares más. En los mismo términos. Y lo regañan a uno si se tarda más de 20 minutos en comer. Y le dicen que su novia, su casa, su perro y toda su vida no van con la ciencia. Y le gritan a uno día y noche. Que uno es un ignorante, un burro, que cómo terminó la prepa, que uno no sabe nada... pero le van enseñando a uno. Entre grito y grito, entre humillación y humillación, uno va aprendiendo. Lo quiebran a uno. Y uno no tiene escapatoria. Una vez elegido el asesor, para cambiarse, necesita uno quedar con él en buenos términos, por que resulta que éste inevitablemente es miembro del comité académico. No hay escapatoria. Uno va obedeciendo. Ya convencido de su ignorancia, uno lee. Qué más?

Y un día, uno por fin termina. Y no nada más eso. Uno sueña con un doctorado fuera.

Y así nos agarró el 2004. En la playa. Felices. Desnudos. Las estrellas. Unidos. Las olas. Los sueños.

El 2005 lo recibimos en Belgrado, Serbia. La Chascona y yo. Ahora viviendo en Alemania. Amándonos en intentos multilingües. Mi pasado, mi presente, mi futuro... danzando. Mezclándose.